¿Qué hacer con una rabieta en público?

Si tienes peques, o vas a tenerlos, este artículo te puede ayudar a saber qué hacer con una rabieta en público. Una de las situaciones que más estrés causa en padres y niños, y que en muchas ocasiones no se sabe cómo abordar.

Vamos a ver una serie de consejos muy sencillos que puedes probar a aplicar en la crianza de tus hijos. Y que te pueden sacar de más de un apuro.

¿Qué es una rabieta y por qué se produce?

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que una rabieta es una manifestación de malestar por parte del peque. Y que no es una manera de ponernos a prueba a los adultos, aunque a priori lo parezca.

Las rabietas suelen ser habituales hasta los 4 años de edad, pero cada niño es un mundo. Así que tómalo como algo orientativo. Puede que tu peque deje de tenerlas antes de esa edad, o quizás un poco más tarde. O que le den rabietas entre los 2 y los 3 años, y después ninguna, o justo al contrario.

Se pueden originar desde la ira, el enfado o la frustración, el cansancio o el hambre… En ellas puede haber gritos, pataleos, patadas, lanzar cosas por los aires, tirarse al suelo, etc. Todas reacciones normales para una personita que aún no sabe cómo gestionar algunos de sus sentimientos. Y ante todo hay que entender que forman parte del desarrollo del niño. Por lo tanto, son normales y no fruto de malcriar al niño.

Y en esto queremos hacer hincapié. Seguro que alguna vez has presenciado una rabieta y es probable que hayas pensado que el niño está muy malcriado y que no se le han puesto límites. Pues nada más lejos de la realidad. La explicación es tan simple como que es un acto normal que forma parte del desarrollo, piensa que igual que un niño de 2 años no sabe controlar aún su esfínter, tampoco sabe controlar sus emociones. La explicación la tiene la neurociencia, y es porque el área del cerebro que se encarga de la gestión de las emociones, es decir la corteza prefrontal, todavía no ha terminado de desarrollarse.

¿Qué hacer ante una rabieta en público?

Acompañar. Esto es esencial para tu hijo, debes estar junto a él y apoyarle, hacerle sentir que le entiendes y que entiendes su frustración le gustará, y eso le llevará hacia la calma de una forma más sencilla. Aunque por dentro de lo que tengas ganas es de gritar tu también, pero si esto ocurre, piensa que la diferencia entre tú y él es que tu si sabes, o deberías saber, gestionar tus emociones. Y tener autocontrol, justo lo que a él aún le falta.

Que sepa que estás ahí cuando más te necesita. Y esto no quiere decir tener que hablarle o cogerle en brazos, porque quizás no sea eso lo que necesite. Hay niños que prefieren que no te acerques mientras tienen una rabieta, pero que agradecen que te agaches a su altura y te quedes cerquita, hablándoles despacio y desde el amor. Otros prefieren que los cojas en brazos mientras se desahogan llorando. Momento en el que puedes aprovechar para masajearles la espalda y susurrarles al oído que entiendes su enfado.

¡Pero ojo! Esto no quiere decir que cedas ante una previa negativa si te han pedido que les compres algo o que les dejes jugar más tiempo en el parque, y no quieres hacerlo. Sino que, aun manteniendo los límites, entiendes que no les gusten pero quieras acompañarles en ese sentimiento de ira, rabia o enfado.

Desde el amor todo es mucho más fácil.

El objetivo no es evitar todas las rabietas, sino saber cómo acompañar las que no se pueden evitar.

Entonces, ¿Se pueden prevenir las rabietas?

En el caso de algunas rabietas, sí. Cada padre o madre conoce a sus hijos, sabe qué les hace tener la mayoría de rabietas. Por ejemplo, hay niños que cuando tienen hambre se enfadan y están más irritables, otros que llevan muy mal el momento de irse del parque. Algunos se enfadan cuando se les niega la compra de un juguete nuevo, o cuando es hora de irse a dormir. Y es que como te decíamos antes, cada peque es un mundo. Por eso lo mejor es anticiparse a este tipo de situaciones que sabemos que pueden acabar en una rabieta.

Un ejemplo: habéis salido a pasear un día de diario y vuestro peque quiere ir al parque pero no podéis entreteneros demasiado porque al día siguiente hay cole. Podéis explicarle que tiene un ratito para jugar en el parque, 15 minutos por ejemplo, y que pasado ese tiempo, mamá o papá le avisará para irse a casa. A veces contarles qué hay que hacer, antes de que llegue el momento, les ayuda. Puedes poner una alarma en tu teléfono móvil y explicarle al peque que cuando suene esa alarma, será el momento de dejar de jugar e irse a casa. Pero que en el camino de vuelta a casa podéis ir jugando a otra cosa, como al Veo Veo, o a cantar sus canciones favoritas. Y quizás la primera vez no sea un éxito, y más aún si esta suele ser una situación de rabieta, pero poco a poco seguro que esto os ayuda. Prueba, quizás te sorprendas.

Y otras veces puedes ceder. Solemos decidir todo por los niños, qué van a ponerse, qué van a cenar, dónde van a ir… Así que tampoco pasa nada por ceder en determinadas cosas que al final no tienen tanta importancia. Depende de qué situación estés enfrentando con tu peque, puedes dar el brazo a torcer y evitarás una rabieta.

Y te ponemos de nuevo un ejemplo: le has preparado la ropa a tu peque, y has elegido unos vaqueros y una camiseta azul. Y tu peque se empeña en que no quiere ponerse una camiseta de color azul y que prefiere elegir otra, ¿Qué problema hay en ceder? Dale a elegir otra de las camisetas de su armario, y no pasará nada.

En UAD Aragón tenemos un área de neuropsicología en la que acompañamos a familias, las ayudamos a comprender y a gestionar las emociones de sus hijos. Si necesitas ayuda, ven a conocernos. Te brindaremos nuestro apoyo para superar las dificultades que se van presentando en el desarrollo de los más pequeños.

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